La buena salud es vista en Corea como el equilibrio apropiado de Um-Yang (equivalente chino del Yin-Yang), el flujo de energía positiva a través del cuerpo. En este país se consideran mente y cuerpo como interdependientes el uno del otro, por lo tanto, las emociones mal gestionadas pueden afectar en gran medida a la salud física.
Debido a esta visión holística, los tratamientos corporales son muy populares y apreciados en Corea.
Originalmente desarrollado por los monjes budistas y procedente de la Medicina Tradicional China, de la que toma el modelo de los cinco elementos y la teoría del Yin Yang, la relajación coreana utiliza el concepto de Qi o Energía Interna, la cuál es el motor de nuestra vida.
Como bien refiere J. B. Rishi en su libro, la relajación coreana no es una técnica, es «el arte de la relajación profunda», pues, con el arte el ser humano abandona su razonamiento y, apartir de la experiencia perceptiva, desarolla sus facultades creadoras.
El masaje coreano abarca técnicas tanto para el sistema muscular como también para el sistema óseo, recuperando malas posturas y beneficiando en cuadros de dolor.
Estas técnicas se han utilizado en Corea, junto con la acupuntura y las hierbas medicinales, desde hace miles de años. En Corea no es considerado como propiamente un masaje sino como un “arte de relajación” que pasa de padres a hijos.
Se realiza en un tatami a nivel de suelo y vestido con una ropa muy cómoda.
El terapeuta comienza masajeando los pies, realizando movimientos de vibración y movilizando la zona del cuerpo a masajear. Luego comienza a subir lentamente por todo el cuerpo, mientras realiza movimientos de rotación sobre las articulaciones. El método de vibración es la técnica utilizada.
El masaje coreano viene a realizarse generalmente en dos etapas:
– La primera etapa es la fase activa, es en la que el paciente recibe de un modo más fuerte los efectos del contacto físico por parte del terapeuta.
En la fase activa, el terapeuta realiza una serie de estiramientos sobre una parte del cuerpo para asegurar las articulaciones. Después, el masajista mueve ligeramente la parte que va a ser tratada durante unos dos minutos. Es en esta primera fase donde se propicia la manifestación de olas emocionales, movimientos instintivos o movilizaciones de sensaciones cristalizadas desde hace mucho tiempo.
– La segunda fase, la etapa pasiva, donde el masaje es más suave. En la fase pasiva, el masajista vá deteniendo las vibraciones y las ondulaciones.
La persona es masajeada mediante una serie de vibraciones provocadas por la ondulación sobre ciertas partes del cuerpo, como son, por ejemplo, los brazos, el tórax, o las piernas. Esta ondulación del cuerpo es creada de manera natural y debe mantenerse para que el cerebro cree una persistencia. De éste modo se logra que el cuerpo se sorprenda y se sienta invitado a dejarse ir, desconectando totalmente de la mente.
Al finalizar la experiencia de una relajación tan profunda, de un viaje hasta lo más interior del ser, la vida corporal, libre de tensiones y perturbaciones, experimenta la certeza de apertura hacia otras muchas posibles direcciones y opciones vitales.
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